martes

Expedición al Montarto


En ocasiones, nuestras expediciones se frustran por  inclemencias del tiempo y la montaña no te impide seguir tu camino. Muchos hemos visto mermadas las expectativas que teníamos en alcanzar una cumbre mágica o avanzar por sendas inhóspitas. Afán de superación, ponerse en la piel de los exploradores de antaño en tierras lejanas, progresar frentea factores de riesgo extremo… sentimientos comunes en un amante de la montaña.

La historia que vengo a contar sucedió hará unos tres años en las montañas del Valle de Arán, la ruta era sencilla,  al menos eso fue lo que pensé cuando decidí emprenderla junto con mi compañero de cuerda Arnau. En anteriores veranos había culminado la ruta que transcurre en la llamada “carros de foc” o por los refugios de montaña con un buen grupo de gente. Recuerdo aquellos buenos tiempos, en los que yo tenía una novia que poseía una propiedad en un pueblo del Pallars Sobirà, comarca de Cataluña. Hoy doy gracias por aquellos momentos, pues entre otras cosas descubrí la ruta por primera vez y subimos al mágico Montarto un pico de 2.833 metros de altitud, se trata de una de las rutas más asequibles y sencillas del pirineo catalán.



Así pues me conocía bien la ruta (en la temporada estival). Emprendimos el viaje desde Barcelona hasta el pueblo de Salardú, pues teníamos previsto “inicialmente” pernoctar en uno de los albergues de la zona, pero en la rotonda que le da acceso, repentinamente nos entró un ánimo y fervor inimaginable por lo que decidimos girar 360 grados y empezar la ruta a las 23:00. Dejamos el coche en el aparcamiento que da acceso para llegar al refugio de la Restanca situado a 2.008 metros de altitud. 

A medida que íbamos avanzando el terreno se volvía más complicado, el camino estaba lleno de desprendimientos de rocas debido al peso de las primeras nevadas, por lo que ab initio empezamos a preocuparnos a la vez que  empezaron a caernos copos de nieve. Yo conocía la ruta y sabía lo que hacía, pero durante la temporada de otoñal (el invierno empieza el 21 de diciembre y era finales de noviembre), lo que era el sendero que nos conduce al refugio de la Restanca, se convierte un rio de agua de nieve. Aún así no nos rendimos y decidimos subir por el rio, obviamente estábamos empapados, además de la nieve que no cesaba, cada paso era más difícil de dar y la nieve se iba acumulando poco a poco, finalmente conseguimos llegar a Restanca ( no se veía nada, estaba todo blanco por lo que no localizamos el refugio, pero teníamos la tienda de campaña, así que decidimos instalarla en un lugar plano. La decisión de  montarla  fue para pensar si seguir adelante o dar media vuelta, pues no íbamos bien equipados para la ocasión, ni raquetas, ni ningún tipo de material para la ocasión.
Ya dentro de la tienda, en nuestros sacos, estábamos bien empapados y sin recambio de ropas, permanecimos en la tienda durante al menos dos horas, pero cada 20 minutos teníamos que ir retirando la nieve para que no sepultase la tienda. Finalmente desistimos de seguir para volver otro día con buena equipación y descendimos hasta el pequeño refugio que se encuentra al inicio de la etapa, ahí permanecimos resguardados de la tempestad al menos 2 horas más, pero el frio nos caló bien adentro, por lo que decidimos regresar al coche, que apenas se veía, estaba completamente cubierto de nieve, por suerte el 4x4 funcionó a la perfección, gracias a él pudimos volver a la civilización sin tener que lamentarnos de daños peores.

Esta odisea me enseño a crecer como montañista, son estas pequeñas aventurillas las que te van enseñando a respetar más la montaña y a estar más preparado para todo lo que pueda caerte encima. A día de hoy muchas son las imprudencias que recuerdo, pero uno va creciendo y adquiriendo experiencia de las mismas y eso es lo que diferencia a día de hoy la vida de la muerte.

lunes

Ascensión al Aneto 3.404m

Para la ascensión del Aneto, nos preparamos a conciencia una semana en Soria para una mejor aclimatación en las cumbres del Pirineo Aragonés.
Desde el Valle de Bensque siguiendo la carretera que da acceso al aparcamiento del antiguo hospital, dejamos atrás la civilización y un autobús nos acercó hasta el pie de una senda que bifurcaba entre Aigualluts y el refugio de la Renclusa a 2.140 metros de altitud. Recuerdo que el tramo hasta la zona del refugio fue algo duro, pues no teníamos porteadores y tuvimos que cargar con la tienda y todo el material para instalar el campamento base. Así pues a eso de las 6 de la tarde teníamos ya todo organizado entre el refugio y el río. No fue hasta las 23:30 que no anocheció completamente, momento en que pudimos descansar.
Lo normal es iniciar la ascensión sobre las 5 de la mañana para así llegar temprano, pues durante la tarde normalmente se levanta mal tiempo. Mi compañero Arnau y yo nos dispusimos en ruta a las 2 de la mañana para llegar antes a cima. Dejamos la tienda y todo el material innecesario en el campo base. Al ser mi primera ascensión al Aneto, desconocíamos a ciencia exacta el camino. Poco a poco empezamos a ascender, hasta que llegamos a lo que se conoce como “ El Portillón”, un conglomerado de precipicios y pedregales que separa la Maladeta del Aneto. Recuerdo que fue bastante agotador el momento de incertidumbre, seguimos ascendiendo por el Portillón hasta llegar prácticamente a cima de Maladeta, no encontrábamos el paso… peligrosamente ascendíamos, durante un momento dudé, pero me dispuse a escalar un tramo de roca desplomada sin ningún tipo de equipamiento ni seguros, algo arriesgado, pues se trataba de una pared de 5 metros, de nivel aproximado a un V+, pero de noche, con botas y una mochila en la espalda. Para nuestro pesar nos equivocamos de ruta por lo que tuvimos que retroceder hasta encontrar la sneda del Portillón que da acceso al Aneto. Finalmente, nos pusimos los crampones, y piolet en mano empezamos a ascender hacia la cumbre. A menos de hora y media para hacer cima, repentinamente me empezó a brotar sangre de la nariz.
se puede apreciar como taponé la herida

 Recuerdo un momento de incertidumbre en el cual pensé en todos los capítulos alpinísticos en los cuales han habido accidentes, muchos de ellos mortales. Es una sensación de aislamiento y soledad. Tan lejos de la civilización y malherido, te sientes bien sólo, pero ese sentimiento no me hizo retroceder, ni por asomo. Conseguí ponerme de pie y taponarme la herida como pude y seguí ascendiendo. Cruzamos el temeroso paso de mahoma, único acceso rodeado de magestuosos abismos a los lados y hicimos cima a eso de las 7:30 de la mañana. Fuimos los primeros en subir ese día y en parte estuvo bien hacerlo así porqué la nieve estaba más dura y la ascensión se convirtió en algo rápido.
El descenso un estuvo exento de sustos, tuvimos que acercarnos peligrosamente a un rio de agua helada que salía directamente de la cumbre para poder beber, pues apenas nos quedaban gotas en la cantimplora y no teníamos fogón para derretir el hielo.

Un punto destacado del descenso fue la prueba de fuego del piolet. Mientras bajábamos, nos topamos con una pared casi vertical y decidimos descender por la misma sin ningún tipo de seguro más que nuestro Piolet, como era de esperar y sin los crampones puestos, resbalé hacia el abismo y al momento reaccioné clavando la parte delgada del piolet en el hielo casi desecho por el  calor del día pero apenas me frenaba, de repente mi compañero, ya experimentado en la escalada de hielo, me gritó: utiliza la pala!! ( la otra parte del piolet) Al momento aprendí una gran lección de alpinismo, como si de un cinturón de seguridad se tratase me frené en seco, tensando cada uno de los músculos de mi brazo derecho. Una vez abajo le tocó a mi compañero descender por la misma pared vertical… Para empezar, no llevaba consigo la dragonera instalada correctamente, por lo que en un resbalón le saltó el piolet hacia abajo, momentáneamente empezó a caer vertiginosamente, la manera en que reaccioné evitó una tragedia mayor, en vez de apartarme para no chocar con el compañero, me dispuse fuerte para frenar su impacto, pues tras la pared se escondía un abismo de unos 80 metros de caída al vacío. Lo que sucedió en los instantes siguientes fue que se frenara sobre mi y que la providencia o mejor dicho la pericia de ambos lograse controlar la situación.
firstsummit
Durante el descenso cada vez me iba alejando más de mi compañero hasta llegar el punto de perdernos de vista mutuamente, igual que pasó con el camino, miraba de lado a lado desesperado y no encontraba ningún mojón en el camino ni señal que indicara donde tirar, así que seguí el curso de hasta 5 pequeños riachuelos bajando a veces por precipicios bien peligrosos. Finalmente a eso de las 11:30 llegué al campamento base bien cansado y sediento.


                                     parte 2: http://www.youtube.com/watch?v=xQdn8DcneEo&feature=related

Picos de Urbión 2.228 metros, Julio 2010


Tras un año lleno de intrépidas aventuras en la preciosa isla de Puerto Rico, mi llegada a España no podía quedarse en un mero recibimiento formal y familiar. Para poder volver a la realidad del día a día, era preciso no cesar el curso de aventuras iniciado años atrás junto a mi compañero de aventuras Arnau.
Inicialmente nos planteamos participar en una carrera de Montaña en el Pirineo Catalán, conocida como “Carros de Foc”, pero en modalidad “Sky Run” es decir culminar los 55 km de la ruta en menos de 24 horas, sin embargo pese a estar motivados mentalmente, económicamente no era posible, la realidad es que para realizar la carrera se tenía que desembolsar un total de 100 euros aproximadamente y eso sin contar en los desplazamientos, comida y todo lo que suponía permanecer por un tiempo en el Valle de Arán ( alrededor de 250 euros ).

Finalmente optamos por viajar a Vinuesa, Soria para visitar a unos parientes y realizar la ascensión al Pico Urbión, una de las sierras más elevadas del sistema montañoso perteneciente al Sistema Ibérico con una altitud de 2.228 metros y con una buena aproximación desde el mismo  pueblo de Vinuesa.
De buena mañana, y con una equipación digamos, regular emprendimos el camino hacia la Laguna Negra, para progresar hasta el sendero de Urbión. Aparcamos el coche y empezamos la ruta tranquilamente. Para hacer de nuestra aventura algo un tanto más extremo, por el camino pudimos  practicar técnicas  de supervivencia y  narrarlas en video para la posteridad. Entre las más destacadas, como frenar una caída en un glaciar o orientarse. Obviamente no llevábamos encima ni crampones ni piolet, por lo que se enseña el pequeño truco con la mochila y una buena colocación de los pies en caso de caída, también escalamos el pequeño glaciar que quedaba en Urbión, sirviéndonos con un cuchillo y una piedra afilada en la otra mano para poder progresar por el mismo. Por el camino conocimos a “ Raulín”, un opositor a Bombero que emprendía la ruta en solitario para salir de la rutina. Por suerte, pudimos contar con él para trabajar juntos la ascensión y además nos hizo de cámara en algunas tomas ( todo hay que decirlo, el hombre alucinaba con nuestros conocimientos de montaña).
Si alguna vez se pierde alguien o debe permanecer por un tiempo en Urbión, recomiendo que busque los pequeños lagos que van sucediéndose a lo largo del recorrido, pues existe una gran cantidad de ranas, las pueden comer en casos extremos y no por pura diversión. Realmente es prácticamente imposible perderse, pues está lleno de ríos y por ello basta con seguir su curso, esto les acercará al pueblo más próximo en la zona.
Siguiendo con la ascensión al Pico Urbión, se muestra ante nosotros una de las vistas panorámicas más bonitas de la sierra, vale la pena realmente quedarse  contemplándola un buen rato, después todo es ir subiendo y en cuestión de minutos se llega al pico.

Considero la ascensión de nivel fácil y apta para todas las edades, siempre con precaución claro, pues hay algún que otro precipicio, pero en realidad todos los factores son propicios para realizar la excursión en familia y los más pequeños.


"¿Por qué subir montañas? Porque están ahí."
"Lo mejor de la escalada libre es la sensación de encontrarse ingrávido, como bailando sobre el abismo, ascendiendo sin traba alguna. En esos momentos, el hombre se siente como un aviador en el espacio, ya no es un gusano pegado al suelo, sino que se convierte en una ágil gamuza, casi se siente como un pájaro.


Lionel Terray.

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